Quiero morir viviendo

Me apetece borrarle el futuro al
calendario y que lo único que cuente aquí, hoy, sea yo.
Hoy quiero vivir, por si mañana me muero.
Y exprimir cada segundo en cada beso, perdiendo el sentido las agujas del reloj y volviéndose locos los minutos de mis días. Quiero ahogarme en los abrazos que me dejen sin aliento y, por supuesto, en los vasos en los que me apetezca despedirme de todas mis penas. Y decirles adiós, una por una, invitándolas a una cerveza, a una copa o a un “vuelvan por donde han venido, guapas”.
Me apetece borrarle el futuro al calendario y que lo único que cuente aquí, hoy, sea yo. Quiero ser mi pasado, mi presente y mi futuro, y advertirle a la agenda que entre todas mis tareas, mi nombre, es prioridad.
Quiero empaparme de cada palabra que se cruce en mis silencios, beberme la vida en los ojos de alguien y ruborizarme por la sonrisa del que consiga dejarme sin palabras. Quiero construir un puente entre mis lágrimas y el brillo que construí. Secar el rastro de las primeras para recuperar la luz que, a fuerza de insistirle al interruptor, terminó por fundirse.




Por eso quiero el futuro en mi presente, por si mañana me muero.
Porque no.

No quiero rellenar mis libretas con listas de vida, ni meter en cursiva entre las páginas de mi agenda mucho más de lo que sé que puedo cumplir. No quiero que los objetivos me acaricien las mejillas, ni que las metas se vuelvan tan atrevidas que se metan en mi cama por las noches. No quiero que todo lo que tengo que hacer mañana sea lo último en lo que piense al acostarme y, muchísimo menos, acostumbrarme a llamarle sueño a algo que consigue quitármelo por las noches.
Porque hoy quiero vivir, por si mañana me muero.
Y quiero darle un abrazo a la vida de la que me olvidé. Tirarme en paracaídas a la piscina a la que ya le pondré yo el agua. Reordenar las palabras de mi diccionario y colocar un espabila en primer lugar, y un disfruta en el último. Y que todas las palabras que quepan entre ambas sean aquellas que me inviten a exprimir con mis cinco sentidos todo aquello que pueda potencialmente estimularme el alma a lo largo de un día.
Que sí.
Quiero llenar los días de conversaciones que me enriquezcan más que el dinero que llevo en los bolsillos, de caricias que me den más calor que unos guantes de Armani y de besos que me dejen con mejor sabor en los labios que el mejor vino de España. Porque quiero rodar mi propia película, intervenir en el guión y decidir quién se sienta a verla conmigo.
Porque hemos intentado ser tan cuerdos, que nos hemos vuelto todos locos.
  
Tenemos tantas ganas de vivir, que tan sólo nos hemos quedado con las ganas. Nos ha frenado el miedo a vivir la vida de verdad, a sentir el riesgo que supone experimentarla sin excusas, sin límites, y sin las instrucciones de ajenos que vengan a vendernos los pasos a seguir para una vida feliz.
Y se equivocan.
Porque mi mejor pista, paso o instrucción… soy yo.

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